Catamarca Encantadora

Conocí Catamarca en octubre de 2011. Esta provincia se encuentra al Noroeste de Argentina, mi país. Recostada en Los Andes, tan dulce y pequeña, el primer adjetivo que me vino a la mente fue: “inocente”. Caminé sus calles, la Catedral de la Virgen del Valle, imponente, el Convento de San Francisco, antiquísimo… También tomé algunas excursiones, fue maravilloso conocer la Cuesta del Portezuelo, y que nos guiara nada menos que un descendiente directo de diaguitas, los indígenas ancestrales de estos valles…

Nos contaba que su abuela, que hablaba la lengua diaguita, decía que su pueblo tiene sólo tres leyes o mandamientos: No robar, No mentir, No matar. 

Y cumpliéndolos han funcionado muy bien, tal es así, que ellos fueron quienes más tiempo resistieron al colonizador español… me impactó cómo cuidan el medio ambiente, lavándole los ojos a los halcones para quitarles toda la carroña que los salpica cuando picotean comiendo; cómo paran sus vehículos en los caminos de montaña para levantar las piedras que caen debido a los mini sismos que ocurren a menudo…

Recorrimos los parajes El Rodeo y Las Juntas, de mágica belleza… y nos asombramos con el Dique Las Pirquitas, construido en terrazas de piedras sin argamasa, al más puro estilo diaguita, por ser el mejor sistema antiderrumbes.

Comimos riquísimas empanadas, cuya particularidad es que en el relleno le ponen papa. No recomiendo ninguna casa, porque las empanadas son fabulosas en los varios lugares que comimos… así como el chivito al horno de barro, típico de esta región.

Fue aquí, en esta capital de provincia, que escuché hablar de Los Seismiles… me contaron que son una sucesión de volcanes inactivos, los más altos del mundo, cuyas cumbres superan los 6.000 mts., de ahí su nombre… por supuesto, me propuse ir a conocerlos, pero ese deseo tuvo que esperar dos años.

Altas cumbres

En octubre de 2013 recalamos en Fiambalá, llamada “La puerta de los Seismiles” porque la Ruta Nacional 60 pasa por allí y termina en el Paso de San Francisco, frontera con Chile. Esta región es la segunda más alta del mundo, después del Himalaya, y resulta sobrecogedora.

Tomamos la excursión al Monte Pissis, que con sus 6.792 mts. es el volcán inactivo más alto de la Tierra; se llega hasta el llamado “Balcón del Pissis”, a 4.600 mts. s.n.m. Para este paseo, es necesario que el guía sea un baqueano de la zona, porque no hay ruta marcada hacia el Balcón, y hay que andar sobre las sendas de lechos de arroyos y por donde se pueda… después de los 4.000 mts., había hielo y nieve, lo cual hacía más difícil la travesía, que resultó infame… ¡hasta que vimos las tres lagunas! Nos bajamos al viento y a los 4º que hacía en el exterior, y allí todo valió la pena… Contemplamos embelesadas la laguna Celeste, cuyo delicado color la destacaba entre las piedras… un poco más allá la Verde, que era de color terroso debido a que el viento empujó hacia el fondo las algas que le dan ese tono… y detrás, la Negra, que debe ese extraño color a los sedimentos que traen sus aguas.

Desde allí arriba uno se siente más cerca de Dios, el cielo es azul oscuro y resalta la blancura de la nieve en la subida… y entonces surge el agradecimiento como un rezo por estar aquí, sensibilizados por la belleza circundante.

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